¿Qué es la colusión y por qué es tan grave?
La colusión es un acuerdo ilegal entre empresas competidoras para fijar precios, repartirse el mercado o limitar la producción. En Chile, es una práctica sancionada por la Fiscalía Nacional Económica (FNE) y el Tribunal de Defensa de la Libre Competencia (TDLC), ya que atenta directamente contra el principio de libre competencia, afectando a consumidores y distorsionando el mercado.
Los casos más conocidos, como el de las farmacias o el del papel tissue, han tenido un fuerte impacto en la confianza del público hacia el sector privado. Además de sanciones económicas millonarias, las empresas involucradas sufren graves daños reputacionales.
Casos de colusión los últimos años en Chile
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Colusión del papel tissue (2015)
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Colusión de las farmacias (2015)
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Colusión de los pollos (2015)
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Colusión de los supermercados (2019)
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Colusión en buses interurbanos (2020)
El rol del compliance en la prevención de la colusión
Un programa de compliance bien diseñado actúa como una herramienta preventiva fundamental para evitar conductas como la colusión. Al establecer políticas claras, controles internos y capacitaciones regulares, las empresas pueden identificar riesgos antes de que se materialicen en infracciones legales o éticas.
Entre las principales funciones del compliance en este ámbito se encuentran:
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Detección temprana de riesgos anticompetitivos.
Permite identificar áreas sensibles, como relaciones con competidores o procesos de licitación, donde podrían surgir prácticas colusorias.
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Capacitación al personal clave.
Los equipos de ventas, compras y dirección deben conocer las consecuencias legales y reputacionales de este tipo de acuerdos ilícitos.
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Mecanismos de denuncia interna.
Los canales anónimos de denuncia (whistleblowing) permiten alertar a tiempo sobre posibles conductas indebidas.
Buenas prácticas para reducir el riesgo de colusión
Si bien el cumplimiento normativo no garantiza por sí solo la ausencia de prácticas anticompetitivas, sí permite crear una cultura corporativa alineada con la legalidad y la ética. Algunas buenas prácticas son:
1. Políticas explícitas de no colusión
Incluir en el código de conducta cláusulas específicas sobre la prohibición de cualquier acuerdo con competidores que afecte el mercado.
2. Supervisión de comunicaciones externas
Monitorear y regular las interacciones con competidores, especialmente en asociaciones gremiales o eventos del rubro, para evitar compartir información sensible.
3. Auditorías periódicas
Realizar revisiones internas de contratos, licitaciones y estrategias comerciales para detectar patrones que pudieran levantar alertas.
Compliance como escudo ante sanciones
En Chile, la Ley N° 20.393 permite atenuar o incluso eximir de responsabilidad penal a una empresa si esta demuestra que tenía un modelo de prevención eficaz implementado antes de que ocurriera el delito. Aunque la colusión no está tipificada bajo esta ley, tener un sistema de compliance robusto sí puede ser considerado como un factor atenuante ante autoridades regulatorias como la FNE o el TDLC.
En este sentido, contar con documentación probatoria del programa de cumplimiento, evidencia de capacitaciones y reportes de auditoría puede marcar una gran diferencia frente a una eventual investigación.
Compliance como estrategia competitiva
Más allá de evitar sanciones, un enfoque proactivo de compliance ayuda a fortalecer la confianza con clientes, inversionistas y reguladores. En un entorno donde la transparencia y la ética son cada vez más valoradas, prevenir la colusión no solo es un deber legal, sino también una ventaja competitiva.
Implementar un sistema de cumplimiento no es solo una herramienta defensiva, sino una inversión en la sostenibilidad del negocio.